Se murió Ricardo, “el gordo de la Coope”, “el loco Ricardo”, “el que cantaba fuerte en la bici”. Su muerte nos lleva a plantearnos dos reflexiones.

La primera de ellas, cuantos de los cincosaltenses que lo conocimos, le echamos una mano en algún momento?, lamentablemente no muchos; y la otra hasta cuanto vamos a seguir sin poder tener un hospital digno y con posibilidades de que no se nos sigan muriendo vecinos.

Hasta cuando nuestros trabajadores del Hospital tendrán que seguir mendigando para que algún hospital cercano reciba a los pacientes, tantos graves, como fue este caso o a nuestras mujeres que deben parir, una de las cosas más lindas y amorosas de la vida, y tienen que andar de un lado para otro para ver donde le pueden recibir a su hijo.

Lo cierto es que Ricardo Ávila ingresó al Hospital con un cuadro respiratorio hace tres días y nunca pudieron derivarlo a un centro de mayor complejidad.

Ocho de cada diez pacientes del Hospital de Cinco Saltos que necesitan ser derivados, son rechazados por los hospitales de la zona, una estadística que no solo demuestra las falencias de nuestro hospital que no cuenta con una Unidad de Terapia Intensiva, entre otras tantas cosas, sino que la salud pública en general está atravesando una situación muy compleja, porque entendemos que no es una cuestión de insensibilidad o falta de solidaridad, sino porque verdaderamente o no hay camas o no hay personal para atendernos.

No se trata de hacer leña del árbol caído, ni desparramar culpas, de nada sirve; sino que ambas reflexiones nos deben servir para que asumamos actitudes un poco más solidarias y empáticas como sociedad, especialmente con la gente que las necesita, pensar en serio en los demás.

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