Los padres se quejan de la “muy mala calidad” de la comida que se les brinda a sus hijos, a quienes se les da desayuno, almuerzo y merienda por estar en la escuela en horario de corrido desde la mañana a la tarde.
Los estudiantes a veces prueban algo de lo que reciben y el resto se lo llevan a sus hogares. Allí, los padres, diligentes por saber qué ingieren sus hijos, han podido comprobar “lo incomible” que resultan las comidas y se han alarmado ante el riesgo bacteriológico que representa la carne mal cocida.
Analía, una de las madres que ha impulsado los reclamos por la alimentación escolar, manifestó que la directora habría reconocido en la escuela que la comida no era muy buena pero luego, en el CPE, habría cambiado de opinión y habría defendido la calidad del aporte nutricional. Los progenitores no descartan que a ella, que come en el establecimiento, le preparen mejores platos que a los alumnos.
El hecho es que en el CPE decidieron tomar cartas en el asunto pero, en principio, no aceptaron el planteo de los progenitores para que se saque al cocinero y a sus dos ayudantes y se les cambien las tareas que realizan y se los destine a barrer el patio u otras actividades de mantenimiento.
Los funcionarios educativos optaron por tomarse un tiempo y enviar a un supervisor a controlar la labor de la cocina. Allí, tendrán que estar atentos porque los padres y las madres también cuestionan que los presuntos envíos de carne vacuna y de cerdo, el pollo y otros alimentos suelen brillar por su ausencia.

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